Por Javier Blanco - El devastador efecto que la pandemia está demostrando
tener sobre la actividad económica, el comercio mundial y los precios de las
commodities vuelve a poner presión sobre las reservas del
Banco Central (BCRA), que cayeron en US$201 millones ayer y acumulan un retroceso de US$746 millones en las últimas seis jornadas.
La baja muestra que
el BCRA no sólo perdió desde hace dos meses la posibilidad de sumar dólares (en
febrero había resignado US$126 millones), sino que las actuales circunstancias
de mercado lo obligan a destinarlos a intervenciones cambiarias para evitar que
algún salto del dólar oficial complique la estrategia del Gobierno para reducir
la inflación de los últimos dos años a un nivel "más tolerable".
Se trata de un dato
con efectos múltiples ya que las reservas son la "caja" a la que
acudió el Gobierno para atender los pagos de deuda externa y tratar de evitar
recaer en default mientras inicia el proceso de reestructuración de ese pasivo.
De allí que las
dificultades que el BCRA ahora muestra para seguir acumulando divisas sumen
espanto a los tenedores de los bonos argentinos, que pasaron a liquidarlos a
mansalva en las últimas ruedas, haciendo que la tasa de riesgo país supere los
4000 puntos.
Vale recordar que a
fin de año el Gobierno tomó US$4571 millones de las reservas del BCRA a quien
le dio a cambio tres nuevas letras a 10 años de plazo para que anote en su
balance para mantener al día esos pagos. Pero el Tesoro Nacional ya usó buena
parte de esos fondos que se podrían agotar avanzado mayo.
De allí que en el
mercado juzgaban clave que el Central mostrara capacidad de acumular reservas
para poder estirar ese plazo, mediante otro préstamo en caso de ser necesario
si los plazos de renegociación se demoraban, para tener la chance llegar a un
acuerdo con los bonistas y evitar un nuevo default.
"La capacidad
que el BCRA muestre para sumar reservas es el dato a seguir porque está visto
que, en tal caso, el Gobierno encontrará la forma de que se las preste al
Tesoro para que pague deuda", había advertido semanas atrás Fernando
Marull, de FMyA.
Pero la irrupción
del coronavirus y el impacto que está teniendo sobre las commodities erosionó
la capacidad que la entidad conducida por Miguel Pesce había mostrado meses
atrás para comprar el excedente de la balanza comercial, aprovechando que buena
parte de la demanda privada quedó fuera de juego tras la puesta en marcha del
cepo en su versión extrema.
Según los
operadores cambiarios, el BCRA fue aportante neto de divisas en el mercado en
la últimas cinco ruedas al contribuir con entre un cuarto a un tercio de lo
operado.
Eso explicaría en
buena medida la tendencia al retroceso que desde el martes 10 muestran sus
reservas brutas, que cayeron de US$44.785 millones a US$44.039 millones
reportados preliminarmente ayer, un goteo que se hace más doloroso en relación
a la reservas netas, es decir, su nivel de tenencia propia.
Para tratar de
disminuir esa pérdida, y compensar al menos marginalmente la brusca devaluación
del resto de las monedas de la región, el BCRA comenzó a acelerar a su vez la
depreciación oficial del peso, que duplicó su ritmo diario de 0,12% a 0,25%.
Prueba de ello, por caso, fue el ajuste de 15 centavos que permitió en el tipo
de cambio comercial o mayorista ayer al pasar a fijar sus posturas de venta de
$63,18 a 63,33.
Sin embargo, esa
devaluación en realidad trata de evitar una mayor apreciación real de la
moneda, convertida por estos días -por los rígidos controles cambiarios- en la
más fuerte de la región. Los derrapes del 2 al 4% registrados ayer, que
incluyeron un derrumbe de 3,94% del real en Brasil (el dólar allí cerró a
5,199) deja a la vista que mientras el principal socio comercial ya ajustó 16%
en el mes su tipo de cambio (30% en el año) el peso sólo lo hizo 1,8% y 5,7%
respectivamente, lo que erosiona la competitividad argentina.
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