El viernes 22 vence el plazo para que Argentina llegue a un
acuerdo por la reestructuración de la deuda.
Las próximas horas serán decisivas para acercar posiciones con los
acreedores y evitar que Argentina caiga en default por
novena vez en la historia. Aquí un punteo de las 10 claves de la
negociación:
Oferta: el canje de
deuda abarca solo a los bonos en dólares emitidos bajo legislación extranjera
entre 2005 y 2019. Implica un monto de US$ 66.000 millones. Argentina armó un
menú de cinco nuevos bonos que se extienden entre 2030 y 2047. La propuesta
implica tres años de gracia sin ningún tipo de pago, una quita del 62% en los
intereses y del 5,5% en el capital. Los nuevos bonos empiezan a amortizar a
fines de 2023 con una tasa de 0,5% que se irá incrementando.
Día D: es el próximo
viernes, cuando Argentina tiene que pagar vencimientos por US$ 503 millones. Si
para ese día no hay acuerdo y no se concreta el pago el país entrará en default
por novena vez en su historia. El problema central es que Argentina quedaría en
default no solo con los tenedores de esos bonos. Ante el incumplimiento,
el resto de los bonistas podría reclamar judicialmente que se acelere
el pago de los títulos que vencen más adelante, lo que llevaría a un default
generalizado.
Rechazo: La primera
fase de la propuesta argentina cerró el 8 de mayo. No hubo datos oficiales pero
se estima que solo la aceptó menos del 15%. El gobierno
quedó a la espera de las contrapropuesta de los bonistas para seguir
negociando. Los acreedores son grandes fondos de inversión con frondosas
carteras. No son fondos buitres -lo que implica que no están apostando a que
Argentina defaultee- pero negocian de manera agresiva. Los principales son
BlackRock, Fidelity y Greylock.
Contrapropuesta: hasta
ahora tres grupos de acreedores presentaron contraofertas. Según
trascendió piden que los nuevos bonos sean más cortos -con vencimientos
que arranquen en 2027 en lugar de 2030-, que se achique el período de gracia o
que se capitalicen los intereses no pagados durante esos años y que
la tasa de interés aumente de 0,50% a 1,75%.
Pulseada por la quita: la
propuesta por Argentina implica pagar US$ 35 por cada US$ 100. Dado la baja
paridad a la que cotizan los bonos se estima que los bonistas
aceptarían una oferta en torno a US$ 45. Como la diferencia no es tan
grande, el mercado especulan con que Argentina cederá y habrá acuerdo. Por eso
los bonos subieron hasta 25% la semana pasada. Con algunos cambios en la
extensión de los títulos y en las tasas podría salvarse la brecha entre las
pretensiones de unos y las de otros.
CACs: Las cláusulas de
acción colectiva (CACs) son uno de los condicionantes de la negociación.
Establecen que para que el canje sea exitoso se requiere una aprobación
del 75% de los bonistas en los títulos emitidos entre 2005 y 2010 y del 66% en
los que se emitieron entre 2016 y 2018. Si se llega a ese nivel, quienes
rechazan el canje se quedan sin margen de acción legal para reclamar. Dado los
bajos niveles de aceptación logrados hasta ahora el umbral de las CACs es
dificil de alcanzar.
Endulzante: así se
define a una mejora adicional que el deudor ofrece a los
acreedores para convencerlos de cerrar trato. En el 2005 fue el cupón del PBI,
que establecía un pago adicional por cada año en que el país creciera por
encima del 3% anual. En este caso no hay endulzante, pero se especula con que
el gobierno podría sumar uno si, por ejemplo, ofreciera un pago en
efectivo durante el período de gracia.
Exit yield. Se trata
de la tasa que el mercado usa para calcular cuál es el valor de la oferta, en
función de que chances hay de que Argentina sea o no capaz de pagar lo ahora
que promete. El exit yield marca cuál es la tasa a la que deberían
negociarse los nuevos bonos una vez que salgan al mercado. Con la historia de
Argentina de defaulteador serial, el mercado desconfía y pide que la oferta se
arme de tal manera que la exit yield sea del 12%. Por ahora lo que
el gobierno ofrece lleva a una tasa del 8%.
Stand Still. Argentina debe
acordar antes del 22 de mayo porque ese día tiene un vencimiento de US$
503 millones. Sin embargo, hay una chance de que con el aval de los bonistas,
las negociaciones se prolonguen, Argentina no pague ese día y el default no se
dispare. Esto se conoce como stand still. Eso sería posible si el gobierno
logra convencer a los acreedores de que no se levanten de la mesa de
negociación y no gatillen la aceleración del pago del resto de los cupones de
la deuda.
Lo que queda. El monto a
reestructurara en este canje es el 20% de la deuda total que llega a US$
323.000 millones. De lo que queda el 38% está en manos de organismos públicos,
con los que los vencimientos se "rollovean", se renuevan sin
negociaciones. En paralelo el gobierno va canjeando los bonos en pesos que
están en manos del mercado local. Pero además tiene pendiente la deuda con el
FMI. Son US$ 44.000 millones que el organismo desembolsó durante la gestión de
Mauricio Macri y que el país debería empezar a pagar en 2024. Por estatuto, el
Fondo no puede admitir quitas. Pero se descuenta que habrá algún tipo de
negociación para estirar los pagos.
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