El ministro de
Economía, Martín Guzmán, reveló esta semana que la fecha del 22 de mayo
fijada como límite para no caer en default va a llegar sin un acuerdo con los
acreedores privados. El default, desde el punto de vista de la letra escrita de
las condiciones de emisión de la deuda, se va a volver una realidad. Selectivo,
“anecdótico” o de otra clase, mientras las negociaciones continúen camino a
buen puerto las consecuencias del impago pueden ser menores, pero fuerzan al
Gobierno a negociar a mayor velocidad y con el riesgo de una complicación
judicial siempre presente.
El viernes vence el
período de gracia para el pago de un vencimiento de tres bonos globales que
deberían haber sido abonados originalmente el 22 de abril.
Los tres bonos en
cuestión –los globales 2021, 2026 y 2046– tenían previsto para ese día pagos de
intereses. Suponían desembolsos por unos USD 504 millones en total, USD 155
millones del título con vencimiento en 2021, USD 244 millones del que vence en
2026 y USD 105 millones del que fue emitido a 2046.
De no concretarse
el desembolso en la tarde del viernes, se darán las condiciones para un
default.
“Seguramente las
calificadoras que no hayan tenido una nota lo suficientemente baja como para no
contemplarlo van a tener que bajar la nota o hablar de un evento de crédito, y
lo seguros contra default se van a gatillar”, dijo Santiago López Alfaro de
Delphos Investment. “Va a ser un default selectivo, sobre algunas series de
bonos específicos y no un repudio generalizado de la deuda”, dijo.
El límite para el
período de gracia coincide con la fecha límite que fijó el ministro de
Economía, Martín Guzmán, para que los acreedores privados tenedores de
deuda ley extranjera den su respuesta a la oferta de canje lanzada en abril
pasado.
Según el compromiso
que tomó al presentar su oferta ante la SEC (el regulador del mercado de
capitales de los Estados Unidos), el lunes 25 el Tesoro deberá informar a
los tenedores de deuda una de tres posibles novedades: declarar desierta la
oferta, extender el plazo de su vigencia o informar el resultado con su nivel
de adhesión, sea cual fuere.
El consenso entre
funcionarios, analistas y operadores es que será un default asintomático. O, al
menos, eso es lo que esperan. Esto es porque aunque la concreción del
impago le da toda una serie de derechos de los bonistas para litigar, creen que
con una conversación en marcha no es lo más conveniente para los acreedores.
Desde el momento en
el que un plazo de gracia fue superado, los acreedores gozan del derecho
de pedir al trustee, el Bank of New York Mellon, una
aceleración de sus acreencias. No sólo los tenedores de los tres títulos que
gatillan el default, sino todos aquellos que tengan bonos ley extranjera en sus
manos. Para hacerlo, sin embargo, hay una traba. El pedido sólo se puede
concretar si se reúne a bonistas que, en total, sumen al menos el 25% del
capital de uno de esos bonos.
El más riesgoso en
ese sentido es el bono en francos suizos, emitido por el equivalente a unos USD
400 millones, que vence en octubre de este año. Riesgoso porque al ser la
emisión más pequeña en circulación, con apenas USD 100 millones en valor
nominal –mucho menos si tenemos en cuenta que esos papeles cotizan con grandes
descuentos– ya se puede pedir la aceleración.
Una aceleración
supone volver presente todos los pagos futuros de un bono. Así, toda la deuda
Argentina debería ser pagada de una sola vez. Algo inaplicable que sirve sólo
como herramienta para un litigio en tribunales neoyorquinos, precisamente lo
que el Gobierno argentino intenta no repetir.
“Nadie va a hacer
eso”, dijo López Alfaro. “Los tres bonos que quedan impagos son bonos emitidos
por el gobierno de Mauricio Macri, que son mucho más favorables para el emisor,
y mientras haya una negociación el incentivo es a mantenerse en la mes, más
complicado es el vencimiento de bonos del canje del 30 de junio”, agregó.
Para un ex
funcionario del área económica, la aceleración es una posibilidad, pero no una
catastrófica. “Es probable que algunos de los tenedores aceleren sus series,
porque si las negociaciones se alargan tiene sentido ya ir avanzando en
dirección de la vía legal. Pero si esos bonos después entran en el canje,
acelerados o no, no hace mucha diferencia”, agregó.
Seguros contra
default
El otro punto en
cuestión es el de los seguros contra default, los credit default swaps
o CDS, que algunos de los inversores más grandes toman para cubrirse ante
impagos. Esos seguros, que cotizan en el mercado como un bono o una acción,
pagan una porción del valor del título a sus tenedores en caso de que su emisor
deje de pagarlos.
“Puede ser un
incentivo a negociar para los bonistas. Porque en esta parte de la
negociación, quienes tengan CDS tienen un incentivo a empujar a la Argentina a
un default y cobrar los seguros. Una vez que ya se activaron, esa ganancia ya
no está más en juego y tiene más sentido cerrar el acuerdo”, dijo el mismo ex
funcionario.
Antecedentes hay.
En 2012, Grecia cerró una restructuración con una reducción de deuda de
aproximadamente el 50% de su PBI, los acreedores tomaron las dos opciones
entraron al canje y además cobraron los CDS: unos USD 2.500 millones.
Desde el lunes,
quienes estén cubiertos contra un default con esos instrumentos podrán
consultar a ISDA si es que existió un “evento de crédito”. Un comité en el que
participan empresas como Bank of America, Barclays Bank, BNP Paribas, Citibank,
Credit Suisse, Deutsche Bank, Goldman Sachs International, JPMorgan Chase Bank
y Mizuho Securities deberá determinar si lo hubo y, en caso de que la respuesta
sea que sí, se activarán los seguros.
Además, también
quedará la posibilidad de iniciar demandas contra la Argentina por el
incumplimiento.
“El lunes mismo se
puede empezar demandas o acelerar los bonos, aunque es esperable que mientras
que sigan las negociaciones no haya predisposición de los acreedores con al
menos el 25% de emisiones hacer esas presentaciones”, dijo el abogado Pablo
Giancaterino, que representa a minoristas tenedores de deuda argentina.
“La primera demanda
colectiva, una class action, por el default de 2001 no llegó de
inmediato sino en marzo de 2002. La primera acción individual a final de ese
año, no es necesariamente tan rápida la presentación”, agregó Giancaterino,
quien también participó del juicio pari passu represetando a
bonistas con tenencias menores.
“La estrategia de
los fondos que negocian es agotar todas las instancias, mostrar buena voluntad
y hasta respetar los parámetros de sustentabilidad del FMI. Si después la
postura de la Argentina no les convence, ya van a tener tiempo de litigar”,
agregó.
Según operadores,
mucho dependerá de qué haya para comunicar el lunes 25 y de la manera en que se
comunique. Si se logra mostrar avances y hasta conseguir que los bonistas
organizados den sus propias señales públicas respecto a que e camina a un
acuerdo, la posibilidad de que haya free riders moviéndose por
fuera de la negociación se disminuye.
Pero ni siquiera
con un acuerdo con los tres grupos de bonistas organizados la saga de la deuda
llegaría a su fin. Para poder darle un punto final al tema necesita alcanzar en
21 series de bonos diferentes que el canje sea aceptado por tenedores que sumen
en total entre el 65% y el 85% del capital emitido, para forzar a los que
queden en una posición minoritaria a aceptar las condiciones del canje. En caso
contrario, quienes no quieran aceptar el acuerdo podrán seguir litigando.
“Es para largo, y
va a haber holdouts”, dijo Giancaterino.
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