Martes 16 - Por Francisco Jueguen - La vicepresidenta Cristina Kirchner está presionando para que se negocie con elf mi una extensión del plazo para pagar la deuda a 20 años, el doble del programa que busca el ministro Guzmán. Cristina Kirchner comenzó a ejercer una fuerte presión política para buscar que el Fondo Monetario Internacional (FMI) duplique el plazo de 10 años para pagar la deuda que la Argentina tiene con el organismo, en el marco del nuevo programa que está negociando el Gobierno. Tal decisión solo puede ser avalada en el directorio del Fondo, un cuerpo en el que son determinantes los países socios de mayor peso, principalmente Estados Unidos. La vicepresidenta es explícita en su reclamo, mientras en la Casa Rosada Alberto Fernández y sus funcionarios más cercanos trabajan en silencio para lograr “mayores flexibilidades” en el acuerdo de facilidades extendidas (EFF) que eligió el ministro de Economía, Martín Guzmán. La idea es estirar los plazos del acuerdo stand-by firmado por la administración Macri por US$57.000 millones en 2018. De ese monto, se desembolsaron US$44.000 millones. La mayoría se usó para pagar deudas anteriores. Fuentes oficiales dijeron al diario británico Financial Times que la vicepresidenta quiere postergar un acuerdo con el Fondo. El portal El Cohete a la Luna, que dirige Horacio Verbitsky, sugirió anteayer que Amado Boudou había recomendado no cerrar un acuerdo, algo que no aparece en las opciones de la expresidenta. A contramano, Guzmán afirmó semanas atrás que buscará cerrarlo en mayo, antes de un vencimiento de deuda con el Club de París. “No forma parte de nuestra historia romper las reglas del juego, pero en ese marco necesitamos estirar por más años el pago”, dijeron a cerca de la vicepresidenta. “Ya nacion cerramos la deuda con privados. Si se hace en un plazo corto te cae todo dentro del próximo gobierno. Es imposible de pagar. Hay que acordar para poder pagar. Por eso es necesario estirar los plazos. 20 años sería razonable”, agregó la fuente. “La Argentina no puede salir de una situación de recesión como la que configuró Macri y luego la pandemia, cuya duración y efectos finales ni siquiera conocemos, sin margen para volver a crecer tranquila. Y sobre todo, el FMI jugó mal, muy mal con el país. Y ellos mismos lo reconocieron. ¿No corresponde, acaso, que luego de haber actuado al margen de sus propias normas para perjudicar a la Argentina en pos de un objetivo político, como fue la fallida reelección de Macri, tengan ahora, en pos de la responsabilidad ineludible que les cabe, la misma flexibilidad que tuvieron para perjudicarnos?”, dijo a la diputada cristinista Fernanda la nacion Vallejos. Cuandolanacionpreguntóenelministerio de Economía si Guzmán respaldaba esta estrategia, la respuesta no fue concreta. “Nosotros elegimos un producto ya diseñado de la gón la dola”, afirmó una fuente al tanto de la negociación. “Es lo que pensamos todos. Pero hay otros estilos”, dijeron en otro pasillo de Hacienda. El propio Guzmán, que al menos en público todavía no juega el juego de Cristina, explicó las características del plan. “El programa de facilidades extendidas tiene un período de repago de hasta 10 años. Pero no es una cuestión que se negocie. Los países avanzados se pusieron de acuerdo para poner reglas de juego de la economía internacional. Esas reglas no han ayudado a los países menos desarrollados, han llevado a más desigualdad. Pero las reglas de juego no se negocian unilateralmente con un país. Poder tener un programa distinto requeriría cambiar la arquitectura financiera internacional, y eso requeriría el apoyo de Estados Unidos, de China, de Japón, de Alemania, de Francia, de Italia, de los países más avanzados. Hay que tener en cuenta esto cuando la Argentina se relaciona con el mundo”, afirmó el ministro en el programa de radio Toma y daca. Sin embargo, parte del equipo económico al que pertenece empuja para otro lado. Ayer, la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca, afirmó que “puede haber flexibilidad” a la hora de negociar ciertas condiciones en los términos y plazos. En el Fondo, donde siempre negaron haber roto sus reglas con el programa abierto durante el macrismo, afirman que el equipo de economistas que sigue el caso argentino está trabajando en el diseño y los términos establecidos de un EFF. Indican además que cualquier cambio en las modalidades de repago a partir de los cuatro años y medio del primer desembolso y del plazo de 10 años es una cuestión que va más allá de los técnicos del staff. Implica a los países socios. Cambios, al directorio El país con mayor peso en el FMI es Estados Unidos (16,51% del total). Luego aparecen Japón (6,15%), China (6,08%), Alemania (5,32%) y Francia (4,03%). A ese pelotón se suman el Reino Unido (4,03%), Italia (3%), la India (2,63%), Rusia (2,59%) y México (1,80%). La Argentina es socio minoritario, con el 0,66%. En los últimos cuatro meses, el Presidente pidió apoyo en la negociación con el FMI a Estados Unidos (30 de noviembre), a Alemania (25 de enero), a Rusia (2 de febrero) y a Francia (5 de febrero). México es aliado del “albertismo” a nivel continental. En ese contexto de diplomacia financiera, y en medio de la pandemia que golpea a los países emergentes, el papa Francisco y su llegada a Joe Biden y a Kristalina Georgieva, creen algunos, puede ser un puente para ablandar la habitual intransigencia del organismo multilateral, a pesar de que David Lipton, exnúmero dos de Christine Lagarde (un duro que conoce bien el caso argentino) sea desde hace días asesor del equipo de Janet Yellen, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos.
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