Por
Marcelo Silva de Sousa - RÍO DE JANEIRO.– La economía brasileña encendió ayer
señales de alerta. El PBI cayó 0,1% en el tercer trimestre respecto de los tres
meses anteriores, contracción que confirmó el ingreso de la mayor economía de
la región en recesión técnica.
Los
datos oficiales, publicados por el instituto brasileño de estadística,
consignaron una desaceleración en la recuperación de Brasil luego de que el PBI
consiguió recuperarse hasta el nivel prepandemia en el primer trimestre del
año. La expectativa del mercado y de los analistas era de una estabilidad en el
tercer trimestre.
El
ingreso en recesión se confirmó acompañado de otra mala noticia para el equipo
económico de Jair Bolsonaro. El instituto de estadística revisó el dato del
segundo trimestre de 2021, que había indicado una contracción de 0,1%, y amplió
la caída a 0,4%.
A
pesar de una tibia recuperación en el sector de servicios, que mueve el 70% de
la economía y creció el 1% con el avance de la vacunación contra el Covid-19,
la contracción estuvo empujada por el sector agropecuario, que retrocedió el 8%
en relación con el segundo trimestre.
Los
peores resultados estuvieron en el café (-22,4%), el algodón (-17,5%) y el maíz
(-16%). La baja se explicó también debido a que la cosecha de soja –principal
commodity brasileña– suele concentrarse en los dos primeros trimestres del año.
La industria, en tanto, se mantuvo estable.
La
debilidad de la economía de Brasil este año puede comprometer seriamente las
perspectivas de una recuperación sólida en el corto plazo, según analistas
consultados por la nacion.
Combo de riesgo
El
país enfrenta un combo de inflación, alto desempleo y riesgo fiscal la víspera
de 2022, año que puede estar marcado por tensiones políticas derivadas de la
elección en la que Bolsonaro disputará un nuevo mandato, probablemente con el
expresidente Luiz Inacio Lula da Silva.
El
secretario de política económica de Paulo Guedes, Adolfo Sachsida, atribuyó el
desempeño mediocre del segundo trimestre a “choques externos de la naturaleza”,
refiriéndose a la combinación de heladas y sequías que castigaron este año la
región centro-oeste y sur del país.
“Más
importante que el número es la calidad del crecimiento. Tenemos que separar lo
que son choques externos de la naturaleza de los efectos de política
económica”, dijo Sachsida. El secretario dijo que, más allá del efecto negativo
de los fenómenos climáticos, la actividad se habría expandido 0,3% en relación
con el segundo.
Sachsida
no quiso responder sobre las perspectivas para 2022. El mes pasado, Economía
redujo la previsión del 2,5% al 2,1%. El mercado, en paralelo, espera un
crecimiento magro de 0,58%.
Claudio
Considera, economista investigador de la Fundación Getulio Vargas y
exsecretario de Acompañamiento Económico del Ministerio de Hacienda
(1999-2002), cuestionó, en diálogo con la nacion, la justificativa de Economía
para los datos.
“Ninguno
de los propulsores de crecimiento está funcionando. Los problemas van mucho más
allá de la naturaleza”, dijo Considera.
Según
el instituto de estadística, el PBI brasileño se mantiene en el nivel del
comienzo de 2020, todavía 3,4% abajo del pico de la serie histórica en 2014.
Según
la visión del analista, la alta inflación sostenida (10,67% en los últimos 12
meses) carcomerá el poder de compra de las familias en los próximos meses,
enfriando el consumo. Considera dijo que la falta de una política económica que
estimule inversiones es una de las claves por las que Brasil puede permanecer
con un desempeño mediocre de su economía.
“Cada
vez que el presidente se manifiesta termina espantando inversores. El gobierno
responsabiliza factores externos desde hace tres años, pero vive quebrando
contratos, como ahora lo hará postergando deudas del Estado. Hay errores
brutales de política económica”, concluyó.ß
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