Por Matías Barbería - El mercado leyó en forma clara el mensaje del FMI: los que tendrán que
pagar los platos rotos van a ser los acreedores privados. Los bonos soberanos argentinos arrancaron la
rueda con caídas generalizadas del orden del 1% y el riesgo país salta casi 100
puntos a 2.134 unidades. Entre operadores y analistas no hay ninguna
sorpresa por el hecho de que el organismo no considere “sustentable” a la
deuda, tampoco porque haya recomendado buscar quitas en las tenencias de los
bonistas. El mal sabor de boca se
explica, mucho más, por la
ausencia de cualquier mención a una mejora en las cuentas fiscales de la
Argentina que pueda darles confianza de que el país tendrá con qué pagar sus
deudas.
“La reacción inicial del mercado a la declaración del FMI es
claramente negativa. Es la misma
retórica de línea dura que escuchamos la semana pasada de (el ministro de
Economía, Martín) Guzmán sobre la falta de voluntad para ajustar las cuentas
fiscales como ‘no económicamente ni políticamente factible’ y una 'contribución
significativa de acreedores privados´ requerida para la
sostenibilidad de la deuda”, escribió Siobhan Morden de Amherst Pierpont Securities en una nota
para sus clientes. “La retórica de línea dura podría reflejar una táctica de
negociación para reducir los precios de la deuda y desalentar a los holdouts.
La conclusión es que la única chance de éxito es que haya términos amigables.
El único punto positivo de la declaración de ayer es que el FMI tendrá que
flexibilizar sus propios reembolsos de préstamos”, agregó.
Apenas abrió el mercado, las cotizaciones de los bonos
argentinos que cotizan en el exterior se cayeron en torno a 1%, con máximos en
el título y el riesgo país saltó. El respaldo del FMI a una negociación dura de
la Argentina con sus acreedores difícilmente cambie la postura de los tenedores
de deuda, o en todo caso su capacidad de hacer reclamos en tribunales
neoyorquinos en caso de que el país se vea forzado a caer en un impago.
Sin embargo, el principal servicio que podía prestarles el
organismo que conduce Kristalina
Georgieva a los bonistas, el de comprometer al Gobierno a un plan
económico claro que les permita conocer la capacidad de pago de la deuda, no
estuvo presente en el comunicado de ayer.
“Todo el mundo sabía
que el FMI iba a pedir quita. Creo que lo que sorprende es que no pida esfuerzo
fiscal junto con la quita”, dijo Juan Manuel Pazos de TPCG, una firma que asesora a tenedores
de deuda argentinos. Ningún bonista va a aceptar un canje con quita si no es a
cambio de un superávit primario robusto. Sin el superávit, el bonista no cobra
a final del período de gracia tampoco", resumió.
En la mirada de los inversores, el respaldo del Fondo supone
un aval para que Guzmán tome una postura más agresiva a la hora de hacer una
oferta de reestructuración. Y, eso, hace más probable que el proceso se alargue
más allá del deadline del 31 de enero que se impuso el ministro.
“La mayoría de los bonistas no ven al Fondo
como un aliado sino como un competidor, porque si le pagan 100% eso
quiere decir que le pagan menos al resto. El FMI quiere cobrar, quiere salir de
este problema porque este ha sido un tema muy controversial dentro del
organismo y si se pone en una posición demasiado agresiva con la Argentina se
reducen sus chances de cobrar rápido”, comentó Alberto Bernal, de XP Investments.
“El aval del FMI permite prever que la negociación será más
dura y, de ser así, más larga que de aquí al 31 de marzo. Si la negociación es muy dura los bonistas
van a pelear, porque la Argentina no es tan importante en el mercado global,
es sólo un mercado emergente más, se la puede dejar caer y litigar. Eso es
mayor probabilidad de default”, concluyó Bernal.
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